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“La historia no avanza en línea recta. Gira. Regresa. Se deforma. Se enuncia en espiral. ”
— STEPHEN LEVINE, Poiesis: The Language of Psychology and
the Speech of the Soul (2005)
En muchas experiencias psíquicas profundas —duelo, apego, trauma, transformación— el tiempo no se vive como cronología. Se experimenta como tiempo simbólico: hechos que reaparecen, memorias que cambian de forma, emociones que no respetan fechas.
En narrativa simbólica, el relato también puede quebrar la linealidad. Hay un modo de narrar en espiral, donde los elementos vuelven, cambian, se resignifican en nuevas vueltas. No se trata de repetir, sino de profundizar desde otra perspectiva.
Este tiempo narrativo permite que el sujeto no se sienta obligado a “superar” etapas, sino a recorrerlas desde otras voces, otros símbolos, otros ritmos. Por eso, cuando escribimos el orden no siempre debe ser cronológico, sino también estructuralmente emocional.